miércoles, 30 de octubre de 2013

Con los bebés no hay cambios de horarios que valgan

Dicen que los relojes atómicos son los más precisos de la humanidad, pero eso ocurre porque no se conoce el impresionante reloj biológico de los bebés. Esta semana entrábamos en el horario de invierno, el apaño anual contra la naturaleza para ahorrar luz, pero con los pequeños no hay cambio que valga. A ver quien es el majo que les dice a ellos, maestros de los ciclos vitales, la hora que es.
Los bebés te dan muchas cosas, como su contagioso entusiasmo por la vida, pero también te quitan otras. El pasado domingo teníamos uno de esos pequeños placeres que todavía no ha recortado el Gobierno, el horario de invierno que retrasa el reloj una hora. Vale, el calendario se cobra el préstamo medio año más tarde y nos ajusta cuentas horarias, pero quien no va a disfrutar de esa horita extra de tiempo libre batalleando por ahí o tranquilito en la cama.
Bueno amigos, qué envidia me dáis!. Aquí mi querido bebé me recuerda cada día que eso de la hora es todo un chanchullo. Así que nos tiene por decreto vital en el horario antiguo, lo que supone un paso atrás. A sus 13 meses volvemos a la madrugá, al despertador vocal que te anuncia su hambre o su necesidad de quitarse ese pañal más tóxico que un residuo nuclear. Así que aquí estoy, somnoliento y desorientado que ya no sé ni en que reloj vivo.

Si sois padres, y si no, ya os lo aviso, ya habréis podido comprobar que los bebés no negocian con el reloj. Podéis cambiarle la ropa, sustituirle el osito, hasta darle el cambiazo con el chupete, pero el hambre y el sueño están marcados a sangre y fuego. Pese a quien le pese (esos somos nosotros).
El mayor dictador del tiempo es la personita más pequeña del mundo. Olvídate de la suegra maniática o de la abuela de hábitos de hierro, el bebé es el auténtico señor del tiempo. La primera consecuencia para los padres es que se acabo la improvisación. La hora de comer es la HORA de comer y la hora de dormir es la HORA de dormir, y si no lo lamentaremos. 
Todavía me acuerdo del paseo que traspasó temerariamente los husos horarios. Usaint Bolt todavía está dando las gracias de que no cronometaran mi vuelta a casa así pudo salvar su record. Yo todavía estoy agradeciendo que no hubiera ningún policía porque me hubiera detenido fijo por exceso de velocidad peatonal o por presunto maltrato infantil (es que teníais que ver como berreaba el bendito, que parecía tener amplificadores en stereo).

Consejos

Era mi primer hijo y pagué la novatada. Esa y otras experiencias me enseñaron que hay que programar cada salida con un horario claro de salida y llegada adaptada a las comidas y al sueño. Si la salida se prolonga lo suficiente como para mantenernos fuera de casa tenemos que anticipar los horarios del bebé.
El primer paso es llevar todo lo necesario, que incluye termos de comida (para mantener el calor), toallitas y media docena de pañales (nunca sabes cuando puede sobrevenir un ataque de diarrea). Y tener a mano ropa de recambio porque por mucho babero y macrobabero que puedas usar la capacidad de ensuciarse de un bebé es legendaria.
No todo es malo. Seguro que te vas a organizar mejor, no queda otra.
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jueves, 10 de octubre de 2013

Manual de supervivencia, cómo sobrevivir al primer año del bebe

Has superado el primer año de vida de tu bebé, ¡enhorabuena!, eres un superviviente. Nadie dijo que era fácil, es más, nadie te contó ni siquiera cómo iba a ser. Junto a la madre has hecho de Juan Palomo, tú te lo has comido y te lo has guisado agarrándote a las curvas cerradas de las circunstancias. El hijo vino como todos, sin instrucciones, pero en este tiempo has desarrollado insconcientemente el manual de supervivencia del padre moderno, flexibilidad, paciencia y templanza.
Estas actitudes te hacen pasar por un pensador de la antiguedad en versión moderna, pero ya habrás podido comprobar que ninguna virtud es poca para superar la profunda transformación que has experimentado. ‘Mi vida va a cambiar’. Es una expresión que se repite tanto que parece un mantra. Para empezar, no sabes hasta qué punto se te va a complicar el día a día. Un bebé necesita todo tu apoyo para seguir adelante. Su total dependencia va a ocupar tu tiempo libre, tu descanso y tu sueño.
No nos pongamos trascendentales. Parafraseando a Einstein, la vida ni se crea ni se destruye, se transforma. Has cambiado de registro y la realidad se ve con otros ojos. Lógico, la experiencia es tan intensa que tienes que ajustar tu ritmo. En el paritorio te lo dan y te dicen, ‘disfrútalo, qué bonito!'. Qué bonito, sí, pero qué hago con esto, cómo lo hago. Socorro!.
Te pasas media vida estudiando entre el colegio y la universidad pero nadie dispone ni de un minuto para explicarte a poner un pañal, quitarle los aires, darle de comer. La vida es la mejor escuela y tu curso express para padres va como un bólido. Aquí te doy mis pautas para suavizarte el aterrizaje.

Foto BenEarwicker


La flexibilidad al poder. Mi primer consejo es que desistas a la ilusión del control, a lo sumo podrás llegar a un caos razonable. La organización ayuda, pero no es infalible. El niño es el paradigma de la Ley de Murphy del desorden. Efectivamente, estás a punto de salir de casa y se hace cacas, o se pega el castañazo o tarda el doble en comer, o no hace la siesta, o sale corriendo, se esconde, se agarra una rabieta…..Cualquier cosa puede pasar y no puedes controlarlo.
Una solución es que programes cualquier actividad familiar con un colchón de tiempo porque es probable que tardes más de lo previsto. Echale imaginación, improvisa una salida a cada contratiempo.

Paciencia, adáptate al carácter de tu hijo. Los pequeños viven en su propio mundo con un ritmo ajeno a la vida de los mayores. La sabiduría popular te pone sobre la pista, 'vísteme despacio que tengo prisa'. Ante un retraso si quieres recuperar tiempo optando por la brusquedad y la impaciencia puedes despertar a la bestia que se esconde bajo el angelical aspecto de tu hijo. Piénsatelo dos veces, una rabieta puede desmontar cualquier actividad.

El orden es la tabla de salvación. A pesar del carácter caótico del bebé no todo esta perdido. El propio niño nos da una rendija para el control con su previsibilidad. Es cierto que los pequeños se mueven por estímulos, pero en cuanto conozcas a tu hijo (cuestión de semanas) sabrás completamente sus impulsos. También saldrá al rescate los propios hábitos del bebé, con horarios pautados con precisión milimétrica. Anticiparte a las situaciones de riesgo, por ejemplo evitar un kiosko atiborrado de chuches a la hora de la comida, es el mejor remedio anticrisis.